lunes, 11 de julio de 2011

...Regresando...



Regresando al blog después de varias semanas y con las disculpas del caso, retomo las transmisiones. Lamentablemente el blog se vio perjudicado por la llegada de exámenes, entregas e inmediatamente después mi  llegada a Lima por vacaciones, pero ya por fin puedo retomar el blog.
Casualmente el regreso temporal a Lima me ha hecho reflexionar sobre ciertos aspectos del haber abandonado la casa de los padres y regresar temporalmente en calidad de visitante. Definitivamente la sensación al reingresar a la casa de mi familia es un “mix” entre familiaridad y foraneidad. Definitivamente el espacio en si nunca se sentirá extraño sensorialmente. Toda la percepción espacial de la casa da la sensación de que me hubiera ido durante poco tiempo, por algún motivo los olores, dimensiones y recorridos están completamente impresos en la mente. Sin embargo al mismo tiempo no se puede evitar la sensación de estar en calidad de visitante. No tanto por el hecho de que terminando el mes regresare a Santiago a retomar los estudios y la vida solitaria (no literalmente, tengo amigos), sino por un vinculo o una suerte de cordón umbilical, simbólico,  que se rompió (tardíamente en mi caso) el día que me fui.
Definitivamente una vez que ya se toma por completo el control de cosas, al parecer tan sencillas, como que se comerá, a que hora, orden y limpieza, etc. genera una diversidad de sensaciones al regresar de visita al hogar de los padres. Con esto no digo que no me ha gustado regresar a mi antigua casa, ver a mis viejos, hermanos, retomar temporalmente viejos hábitos alimenticios, etc. Sin embargo la idea de  cierta perdida de control, cantidad de gente dentro de la casa y la virtual imposibilidad de estar a solas hacen que se cumpla lo que de manera casi profética me dijeron varios amigos antes de irme: “Una vez que te vayas, ya no podrás regresar”. Y es cierto, las satisfacciones de autogestionar recursos (por reducidos que sean), decidir básicamente todo lo que sucede dentro del espacio  en el que uno vive y la ausencia de restricciones a excepción de las que uno mismo se auto-impone, marcan un cambio que podría incluso expresarse como “antes y después de”. Sin embargo ciertas nostalgias de la casa de los padres nunca dejaran de rondar la mente.